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Sarampión

Dra. Alma Núñez León y Dr. Baltasar Briseño
Departamento de Virología, INDRE, SSA

 

La familia Paramixoviridae está compuesta por 3 géneros: Morbillivirus, Paramyxovirus y Pneumovirus. Entre los patógenos humanos dentro de los morbillivirus se incluye el virus del sarampión; dentro de los paramyxovirus, los virus de las paperas y parainfluenza y dentro de las pneumovirus el virus sincicial respiratorio.

Composición molecular y clasificación. 
La familia de los paramyxovirus está constituida por virus de RNA de una sola cadena negativa, con una cubierta lipídica pleomorfa, una nucleocápside helicoidal y viriones de entre 156 y 300 nm. Los componentes estructurales más importantes son las glucoproteínas de superficie que forman proyecciones espiculadas llamadas HN y F, una proteína de membrana llamada M, una ribonucleoproteína (NP) y una membrana de doble capa lipídica derivada de las células hospedero. La glicoproteína HN tiene actividades de neuraminidasa y hemaglutinantes en distintos lugares de la misma molécula, lo que explica la adsorción y la lisis de los receptores del hospedero. La glucoproteína de fusión (F) es responsable de la penetración viral en la célula hospedero, ya que estimula la fusión de las membranas virales y celulares. La proteína de membrana (M) forma la base de la cubierta de lípidos y la ribonucloproteína NP es el principal antígeno fijador del complemento.

Interacción hospedero-virus. 
El virus del sarampión se transmite principalmente por medio de gotitas expulsadas del aparato respiratorio o suspendidas en el aire que entran en contacto con las vías respiratorias superiores o la conjuntiva. El ser humano es el único hospedero natural del virus. El periodo de incubación es de 10 días (entre 8 y 13) desde el momento de la exposición hasta el inicio de la fiebre. El sarampión es sumamente contagioso. La transmisión es mayor entre uno y tres días antes del inicio de la fiebre y la tos. La transmisibilidad disminuye rápidamente después del inicio del exantema.

Una vez que el virus penetra al organismo a través de la mucosa nasofaríngea o conjuntival, llega a ganglios linfáticos regionales donde se multiplica y a partir de episodios virémicos, llega a las células linforreticulares del bazo, hígado, médula ósea y otros órganos. En estos sitios continua multiplicándose generando viremia secundaria que origina el periodo prodrómico de la enfermedad de seis a siete días antes de la aparición del exantema. Este se disemina por el cuerpo, con localización principal en la piel. Cuando el virus llega a las células de cualquier tejido produce una reacción mononuclear, con focos inflamatorios distribuidos por todo el organismo. Dentro de estos focos se forman células gigantes multicelulares, con cuerpos de inclusión intranucleares e intracitoplásmicos.

Imagen 1.

Imagen 2

Cuadro clínico. 

El cuadro clínico del sarampión se puede dividir en 3 etapas prodrómica, eruptiva y convaleciente. La fase prodrómica es de cuatro a seis días y se caracteriza por la presencia de fiebre elevada, malestar general, coriza, conjuntivitis, edema parpebral y tos seca, la mayoría de los casos presentan las manchas de koplik características de la enfermedad (pequeños puntos blancos de uno a dos milímetros de diámetro, rodeados de un halo eritematoso) localizadas en la mucosa de la boca a la altura del segundo molar y aparecen dos o tres días antes del exantema y desaparecen al tercer día de haber brotado.

La segunda fase, la eruptiva, se caracteriza por la aparición de un exantema maculopapular, inicialmente fino y escaso que tiende a hacerse confluente. El exantema se inicia atrás de los pabellones auriculares y en la línea de implantación del cabello, y se extiende en forma descendente a la cara, tronco y extremidades. 

Imagen 4, después de una semana de evolución.

Imagen 3.

Imagen 4.

La tercera fase o de convalecencia se presenta después de tres o cuatro días cuando el exantema comienza a desaparecer, en el mismo orden en el que apareció, dejando manchas de color café y produciendo una descamación fina de la piel. La fiebre desaparece dos o tres días después de iniciado el exantema, al igual que el malestar general.

Las complicaciones más frecuentes del sarampión se presentan en las vías respiratorias como neumonía, bronconeumonía y bronquitis; es menos usual la otitis media y en pocos casos llega a presentarse una encefalitis aguda. La neumonía es la complicación que ocasiona la mayor parte de las muertes asociadas al sarampión, sin embargo la complicación más grave es la encefalitis, la cual tiene una letalidad del 10 al 30% y deja secuelas neurológicas en la mayoría de las sobrevivientes.

Se ha descrito la presencia de sarampión atípico, el cual se da en individuos que fueron vacunados con la antigua vacuna de virus inactivado y que luego sufrieron una exposición al sarampión en estado natural. Años después de una infección por el virus del sarampión, 7 de cada millón de enfermos desarrollan un cuadro de panencefalitis subaguda esclerosante (PESE). El virus persiste en SNC y actúa como un virus lento; el paciente desarrolla cambios en la personalidad, la conducta y memoria.

Diagnóstico. 
El sarampión es una enfermedad muy clara desde el punto de vista clínico, pero el diagnóstico de laboratorio desempeña un papel importante en la confirmación de una infección debido a su gran transmisibilidad. Esta infección se puede confirmar mediante la respuesta inmunitaria del paciente dirigida específicamente al virus del sarampión o a través del cultivo y el aislamiento viral en una muestra clínica.

El ensayo inmunoenzimático (ELISA) es la técnica más rápida para confirmar el diagnóstico de sarampión ya que detecta anticuerpos IgM específicos contra el virus de sarampión en muestras serológicas tomadas a partir del 6o día después de la aparición del exantema. La presencia de anticuerpos IgM en la muestra serológica indica una infección reciente o exposición al virus. Por lo general no se detectan anticuerpos IgM en una persona inmune tras la reexposición al virus del sarampión. Los anticuerpos IgG se identifican dos semanas después de la aparición del exantema y se pueden detectar durante varios años tras la infección.

El cultivo y el aislamiento viral en muestras clínicas se utiliza para confirmar el diagnóstico, pero lleva bastante tiempo y requiere trabajo de laboratorio más complejo. La línea celular más sensible es la B95-8, que consiste en células de linfocitos de titíes transformados por el virus de Epstein Barr (VEB). Sin embargo, manejar esta línea requiere de mucho cuidado por la presencia del VEB en el medio de cultivo. Las muestras más apropiadas para el aislamiento viral son exudado faringeo y orina que deben de ser tomadas del 1 al 5o día después de la aparición del exantema. El efecto citopático (formación de sincicios) presentes en las células indican la posible presencia del virus. Para la confirmación del aislamiento viral se utiliza la técnica de inmunofluorescencia indirecta (IFA). Las células infectadas por el virus del sarampión muestran una coloración verde-manzana en el exterior del citoplasma al ser examinadas en un microscopio de fluorescencia. El avance de la biología molecular ha hecho posible también la confirmación del virus del sarampión a través de la técnica de reacción en cadena de la polimerasa (PCR). El análisis de las secuencias de nucleótidos permite además conocer el origen geográfico de los casos importados de sarampión.

Tratamiento. 
No existe un tratamiento especifico para el sarampión, solo se toman medidas generales, como reposo mientras el paciente esté febril, dieta líquida o blanda según la tolerancia, control de temperatura con medios físicos y aseo de párpados con agua. Por otro lado se ha comprobado que la administración de vitamina A a los niños cuando se les diagnostica sarampión disminuye la gravedad de la enfermedad y la tasa de letalidad. Se debe administrar una dosis (200.000 UI para niños de 12 meses o mayores, 100.000 UI para niños de 6 a 12 meses y 50.000 UI para menores de 6 meses) el día en que se diagnostica el sarampión y otra el día siguiente. Se debe administrar tratamiento de apoyo para varias complicaciones del sarampión como diarrea, neumonía, otitis media, etc. siguiendo las pautas del protocolo de la OMS para la atención integrada a las enfermedades prevalentes de la infancia.

Epidemiología. 
El virus de sarampión parece ser antigénicamente estable y no hay indicios de que los antígenos virales hayan cambiado mucho con el tiempo. El sarampión esta difundido por todo el mundo, en climas templados generalmente se producen brotes a fines de invierno y comienzos de la primavera, mientras que en climas tropicales la trasmisión se presenta después de la estación de lluvias. El sarampión es una causa importante de morbilidad, mortalidad y discapacidad en los países en desarrollo, todavía se producen millones de casos al año en todo el mundo que contribuyen a un millón de muertes aproximadamente.

El sarampión es grave en lactantes, pero se presenta con mayor frecuencia en preescolares entre cuatro y cinco años de edad, prácticamente todos los niños contraen el sarampión antes de cumplir los 10 años si no reciben la vacuna. Los pacientes inmunodeprimidos con alteraciones ya sea de inmunidad celular o humoral constituyen un grupo de mayor riesgo, ya que presentan las formas más graves de la enfermedad.

En los países en desarrollo con una cobertura de vacunación baja suelen producirse epidemias cada dos a tres años, que generalmente duran dos o tres meses, aunque se duración varía según la población, el grado de hacinamiento y la situación inmunitaria de la población. En los países con una cobertura de vacunación relativamente alta, por lo general, hay periodos de cinco a siete años durante los cuales se producen pocos casos. Sin embargo, cuando la cantidad de niños susceptibles aumenta, pueden producirse brotes explosivos.

Con la introducción de la vacuna contra el sarampión en el continente americano en los años sesenta, el número de casos disminuyó considerablemente. Al igual que en otras enfermedades infectocontagiosas de importancia epidemiológica y de notificación obligatoria, el sarampión constituye una prioridad nacional por su elevada morbilidad y mortalidad y ante todo por la tecnología disponible para su prevención y control.

Control y prevención. 
Las vacunas que se usan actualmente en la mayoría de los países son de virus vivo de sarampión atenuado, derivado generalmente de la cepa Edmonston original. La vacuna de la cepa Moraten se usa principalmente en Estados Unidos, mientras que en otros países la cepa más utilizada es la Schwartz.

Los individuos no inmunizados expuestos e inmunocomprometidos deben recibir inmunoglobulina sérica para modificar el curso de la infección, está confiere inmunidad temporal durante tres o cuatro semanas. La inmunoglobulina esta indicada para menores de un año, embarazadas, pacientes inmunodeprimidos y por lo general en susceptibles en quienes este contraindicada la vacuna.

Con una dosis se obtiene 90-95% de eficacia y con dos dosis 100%. Esto último es necesario para poder erradicar al virus. La inmunidad conferida por la vacuna contra el sarampión dura por lo menos 20 años y se cree que dura toda la vida en la mayoría de las personas.

La vacuna puede administrarse en forma segura y eficaz a los niños con una enfermedad aguda leve, como fiebre leve, diarrea e infecciones de las vías respiratorias superiores aunque no debe administrarse en niños con fiebres altas. La malnutrición no es una contraindicación sino una indicación firme para la vacuna, ya que el sarampión puede agravar su problema nutricional y aumentar las probabilidades de complicaciones o muerte.

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